Inmejorable manera de arrancar el semestre más importante de los últimos tiempos. Porque además del pase de fase por Copa Argentina, Ariel Holan se lleva una buena cantidad de minutos fútbol para los nuevos del plantel, un buen envión anímico, una gran dosis de efectividad y un guiño positivo para su sistema de mediocampo que intenta afianzar.

Las más obvias de las situaciones, suelen serlo estrictamente en lo teórico. Un equipo valuado en dólares frente a un humilde vitalicio de Primera D, no era garantía de grandes diferencias, por sobre todo viendo los “batacazos” que se vienen dando en esta edición de la Copa Argentina.

Sin embargo, Independiente entró al campo confiado en su nivel y convencido de lo que iba a hacer. No hubo ni un ápice de oportunidad para los dignos Central Ballester.

La ventaja la encontró rápido el Rojo, con una disposición distinta en el mediocampo. Con Silva como único volante de contención, Hernández y Gaibor simulaban una dupla interior decididamente más avocada a la creación tanto de juego como de espacios.

Con Meza y Benítez flotando por los costados, junto con las subidas de Sánchez Miño y Bustos el juego fluyó con variantes, quizás por debilidad del rival en la marca, pero con fundamentos tácticos claros.

Los goles fueron consecuencias del superlativo nivel de Independiente y el desgaste anímico, físico y táctico que recibió el Canalla de Ballester.

El 8 a 0 que terminó cerrando el partido, en ningún momento pareció “irrespetuoso”. Independiente ensayaba situaciones, trabajaba jugadas y algunas resultaron mejor que otras, pero sin sobrar el partido.

La victoria es una gran manera de volver a la competencia. El saldo es muy positivo, con la salvedad de la envergadura del rival, algo que seguramente considerará el cuerpo técnico.

Por último, y también muy importante, este plantel tiene bastantes más variantes desde el banco que el del semestre anterior. Algo clave para lo que se avecina teniendo en cuenta viajes y posibles imprevistos.