Los tiempos del entrenador se acortaron de manera impensada

¡Tic, tac! ¡Tic, tac! Los tiempos de Sebastián Beccacece en Independiente se aceleraron de manera impensada y vertiginosa en apenas una semana. La derrota y eliminación de la Copa Sudamericana y el sopapo recibido el lunes frente a Estudiantes, por la Superliga, sonaron con fuerza en el universo Rojo y abrieron interrogantes imprevistos para un ciclo que acaba de empezar. Los siguientes son solo algunos de ellos.

El funcionamiento: incluso desde antes de su llegada al club, el ex técnico de Defensa y Justicia basó el destino de su apuesta en lograr un mecanismo adecuado y un estilo definido. Hasta ahora, en 6 encuentros disputados (3 ganados, 3 perdidos), es muy poco lo que pudo vislumbrarse al respecto. El medio campo es un acertijo sin resolver, en cuanto a modelo y nombres; el bajo promedio de ocasiones creadas en ataque preocupa más que la escasez de acierto en la red; los desajustes y fallos puntuales son moneda corriente en la defensa.

Los refuerzos: Independiente gastó 15 millones de dólares en este mercado y, por el momento, el único rédito visible fue el gol de Sebastián Palacios que permitió el triunfo ante Defensa y Justicia. Es verdad que de las prioridades del técnico solo se sumó Alexander Barboza (debutó ante Estudiantes); también que varios se sumaron a última hora, pero tal como ocurría en la "era Holan", el tema calidad-precio de los fichajes vuelve a estar sobre el tapete. Acá le cabe una buena cuota a la dirigencia, lenta para fichar sin que eso implicara ahorro de dinero, poca cintura para manejarse en la AFA y en la Conmebol, decisiones limitadas a 3 personas y unas finanzas que mejoraron respecto a cómo estaba el club cuando llegaron los Moyano pero está muy lejos de ser floreciente.

Los planteos tácticos: los dos viajes a Quito marcaron el camino del Rojo en el semestre. En el primero, ante Universidad Católica, Beccacece decidió jugar acurrucado atrás y con cinco defensores. Lo pasó mal, quedó abajo en el marcador y lo salvó la imprudencia de un jugador local que se hizo expulsar y permitió la reacción. En el segundo, el técnico rectificó y durante media hora se vio lo mejor del equipo bajo su mando, aunque sin pimienta arriba (los dos "9" estaban en el banco). Después, cuando llegó el momento del ahogo, demoró los cambios, no reforzó la defensa y acabó perdiendo. El lunes en La Plata solo se vio confusión.

Rendimientos individuales: Pablo Hernández arrancó la temporada mostrando su mejor cara, pero se lesionó de gravedad y debió ser operado en la rodilla izquierda. Pablo Pérez, señalado sin discusión como el jugador más cerebral del plantel, entra y sale de las alineaciones sin motivos claros. Domingo Blanco no encuentra su posición. Martín Benítez (cada día más denostado por los hinchas, defendido a capa y espada por Ricardo Bochini) y Cecilio Domínguez no encuentran el rumbo, y la lista podría estirarse. Jugar bien en equipo ayuda al brillo de los intérpretes, pero también viceversa. Independiente solo suma palos en una rueda que debería ser virtuosa.

El futuro inmediato: mucho antes de lo esperado y en medio de un malestar creciente, el Rojo jugará el sábado un partido trascendente para el equipo y para su técnico. ¿Qué puede ocurrir si el Rey de Copas no vence a Colón? La delgada espalda de Beccacece quedaría demasiado expuesta al maltrato de la tribuna. Es cierto que todavía está a tiempo de revertir la historia, tanto como que el reloj corre rápido y en su contra

Por Rodolfo Chisleanschi - LA NACIÓN 

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