"Hasta el último día de mi vida voy a soñar con volver a Independiente"

Fue un pibe que dejó Goya y vivió debajo de las tribunas de un estadio que supo tener doble visera. Un joven zaguero que empezó a ganar experiencia entre Enzo Trossero y Hugo Villaverde. Un futbolista que vistió once años la camiseta roja y supo conocer la gloria internacional. Un jugador de Selección, mundialista en Italia ’90, tristemente célebre por la expulsión en la final con Alemania. Fue un hombre que vivió entre el cielo y el infierno. Y es el técnico que hace 18 años suma experiencia para cumplir con un sueño que lo acompaña hace años, volver a Independiente.

En eso anda Pedro Damián Monzón, que tiene 57 años y ocho hijos, el más grande de 36, la más chica de casi 3. “Ser padre a los 50 te revitaliza. Me encantó. No sabés cómo se disfruta. Es tremendo cómo me cambió la vida. No querés avejentarte (sic). Y eso que la pasé brava. Pero, gracias a Dios, estoy vivo. A muchos les puedo decir lo que se puede hacer y lo que no se debe hacer. Los que jugamos con la vida, sabemos que no es tan fácil. Tuve amigos que no la pudieron contar”, le dice a Clarínconsciente de un pasado oscuro que quedó atrás gracias a la luz que tiene este presente. Entrenador de Argentino de Quilmes, un equipo que consiguió el ascenso a la Primera B con 69 puntos, desea regresar a su casa. Porque así considera el correntino al estadio de Avellaneda.

Con el Bocha. Monzón jugó 11 años con la camiseta de Independiente y fue 4 veces campeón. (Foto Twitter)

 

-¿Por qué dirigís en el Ascenso y no volviste a tener oportunidades en Primera?

-Creo que me quedé en una zona de confort y no busqué contactos como para poder ser escuchado por un dirigente de Primera División. Tuve buenos resultados. En Platense me fue bien, quedamos a dos puntos de ascender. En Tristán Suárez, también. Con Flandria salí campeón y con Argentino de Quilmes ascendí. Salir campeón no es tan fácil en ninguna categoría. Pero, ¿sabés que me pasa? A todos los jugadores que dirijo me los imagino con la camiseta roja.

-…

-(No deja preguntar y sigue) Yo quiero ir a la carnicería y no me gusta que me digan “qué mal Independiente”. Cuando saben que uno es hincha, si anda bien, se agranda. Pero cuando anda mal… Con mucho respeto y amor, le deseo a todos los entrenadores que les vaya bien. Si algún día tengo una chance de dirigir Independiente, les voy a transmitir todo lo que mamé de chico. José Omar Pastoriza agarró el equipo en el 83, después de que perdimos el Metro 82 por un punto y el Nacional por un gol. Lo sacaron a Nito Veiga y el Pato arrancó con un equipo armado. Teníamos a Trossero, Marangoni, Villaverde, Bochini… Cuando corríamos, los referentes no nos decían “ustedes no, no corran”. Por el contrario, nos hacían esforzar el doble, esa enseñanza fue muy buena. Y es lo que quiero transmitirles a los muchachos ahora.

-¿Y por qué creés que te tienen que llamar ahora?

-Porque creo que me podría morir en algún momento, pero hasta el último día de mi vida voy a estar soñando con volver a Independiente. No nací con el wifi, un dron y un GPS, pero nací sabiendo cómo se juega al fútbol y lo que significa la camiseta del club.

Con el Bocha. Monzón jugó 11 años en Independiente y fue campeón 4 veces. (Foto Twitter)

-Dirigiste tres partidos desde noviembre de 2004 hasta fin de ese año. ¿Por qué nunca más te tuvieron en cuenta?

-Se murió Pastoriza, asumió Bertoni y yo estaba dirigiendo la Reserva. Cuando Daniel se fue, de repente, me tocó estar. Pero me equivoqué en haber puesto de titular a un chico que se llama Sergio Agüero cuando los dirigentes no querían que juegue (NdR: lo hizo debutar Ruggeri). El mismo pibe que al año y medio les dio 30 millones de dólares. Estoy orgulloso de haberme equivocado y haber puesto a ese crack. Me pasaron la factura. Me podían contratar para que sea el técnico, pero me buscaron excusas y nunca me llamaron de nuevo ni para dirigir la Novena.

-¿Cuál es el problema de Independiente? ¿Qué diagnóstico hacés?

-Uno lo ve por televisión. De afuera, como hincha podemos opinar, el día a día es otra cosa, lo saben los jugadores, los dirigentes, el cuerpo técnico. Creo que antes de que un futbolista se ponga la camiseta de Independiente le tienen que dar un libro con la historia del club. Todos tienen ganas de jugar, pero hay que demostrar por qué están en Independiente. Defender ese escudo con tantas estrellas no es tan fácil, tienen que sentir orgullo de ponerse esa camiseta. A mí me pasaba como jugador. Yo les decía a mis amigos “qué lindo sería morirme jugando y en la cancha de Independiente, para que vean que doy la vida”. Pensaba que el fútbol era la vida, pero es una parte muy chiquita.

-Se fue Beccacece, un técnico joven. ¿Te puede jugar en contra la edad? Hay dirigentes que piensan que hay una cuestión generacional que aleja a los técnicos grandes de los jugadores.

-No estoy de acuerdo con eso. Imaginate que tengo hijos de todas las edades. A los jugadores los protegería y les exigiría como padre, como lo hice en estos 18 años de carrera. Yo les hago ver que con valores y esfuerzos pueden cumplir sus sueños. Sólo me falta dirigir en la D, después lo hice en todas las categorías. Los arcos miden lo mismo y el reglamento para todas las divisiones es el mismo. Si el chico que sabe el escudo que está defendiendo, es mucho mejor. Por eso esas cosas generacionales no me dan miedo. Hay muchos entrenadores que le van muy bien, pero resulta que dirigen en Primera División sin experiencia.

-¿Y cómo jugaría el Independiente de Pedro Monzón?

-El arquero tiene que atajar y tiene que jugar más con las manos que con los pies. Los defensores se tienen que creer que son los más sólidos del mundo. Los volantes tienen que atacar y defender. Los delanteros defender cuando perdemos la pelota en ataque y busca el gol. Que tengan esa mentalidad, pero el que soñó que se gambeteó a los 10 y metió un gol, que también lo haga. La liberación del jugador, es fundamental. No hay que encasillarlo. Eso sí, si la pelota sale del área, hay que dársela al compañero y jugar. Al único jugador que vi darle un pase de gol de mitad de cancha fue a Ronald Koeman. Pareciera que queremos demostrar que tenemos que jugar. Hablando mal y pronto, todos quieren ser Guardiola, pero si todos lo quieren imitar, yo no lo haría. Hay que jugar bien. Si se juega lindo, mucho mejor.

Monzón y Maradona en el Mundial de Italia. (Foto Clarín)

-Dijiste que Diego te salvó la vida. ¿Te lo cruzaste desde que regresó al país para dirigir a Gimnasia?

-Hace rato que no hablo, él sabe como que lo amo con toda mi alma. Y deseo siempre que esté bien, me cuesta ir a saludarlo hoy que lo tengo cerca, pero también se interponen los horarios, venimos de salir campeón y la estamos remando. No quiero salir en una foto porque lo fui a saludar. Pero que nunca se olvide que la última gota de sangre se la voy a dar a él. Es cierto que me salvó cuando estaba en el fondo del mar, al borde del mismísimo abismo. Pero también vivimos otras cosas muy lindas.

(Entrevista publicada por Daniel Avellaneda en Clarín)

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