GANÓ CON POCO

Un 1 a 0 apretado, sufrido, incluso injusto si se miden los méritos y las virtudes de cada uno, le permitió a
Independiente ponerle paños fríos a la crisis abierta tras lo ocurrido hace unos días en el clásico con
Racing, por la Superliga. La victoria ante Fortaleza, de Brasil, por la Copa Sudamericana, anoche en el Estadio Libertadores de América, deja la serie totalmente abierta, pero al menos traerá una dosis de paz en medio de la tempestad.

En estos tiempos turbulentos, los partidos del Rojo guardan espacio para todos los estados de ánimo. Como las líneas quebradas de un electroencefalograma, los sentimientos del hincha generan picos y caídas abruptas de acuerdo al resultado de la última jugada, del pase más reciente. Los fieles arrancaron la noche enseñando su voluntad de reconciliación. Colmaron en buen número el estadio Libertadores de América, recibieron al equipo con el aliento habitual y se ahorraron los reproches durante un buen rato. Sólo desentonaron algunos silbidos sueltos en el momento del saludo histórico, pero sin llegar a tapar unos cantos que parecían más dedicados a sí mismos que a Racing. Una especie de reafirmación, de demostración de que la camiseta está por encima de todo y que el trompazo del domingo no les había hecho mella.

Su problema, el de la gente y el que domina la actualidad del
devaluado Rey de Copas, es que el equipo hace lo imposible por trastocar los planes de apoyo y acompañamiento. Independiente intenta mucho pero juega muy poco, se equivocan demasiado seguido sus futbolistas y cuando los nervios están al límite, el cúmulo de errores suelen convertirse muy pronto en impaciencia.

Los insultos, para Moyano

Por eso no extrañó que el 0 a 0 parcial provocara una catarata de quejas desde los cuatro laterales del estadio. Si había dudas sobre a quién le apuntaba el público como responsable principal de este momento oscuro, los gritos hicieron un diagnóstico preciso: »
El Rojo va a salir campeón el día que se vayan todos los. de la comisión», con insulto incluido para los Moyano en el medio.

Ese primer parcial había dejado demasiados signos de preocupación para el equipo de
Lucas Pusineri. A la escasa creatividad expuesta en jornadas anteriores se le sumaban errores infantiles en la transición y una fragilidad defensiva que el buen conjunto de Fortaleza dejaba expuesta en cada contraataque. La velocidad de Osvaldo -imparable toda la noche- y de David o Romarinho por afuera superaba casi sin oposición a los laterales y Campaña sumaba un susto tras otro. Lo tuvieron Osvaldo a los 6 minutos y David a los 25′, insinuó peligro el
Tricolor brasileño en cuanto lograba dar tres pases seguidos con fluidez.

No le alcanzó al Rojo el ímpetu inicial de Benítez, ni la inteligencia de Silvio Romero ni la muy buena presentación de Alan Soñora, un volante que cumple con los preceptos básicos del puesto. El chico de 22 años, zurdo, de buen manejo y seguramente de buena pegada, porque se adueño de los dos tiros libres que dispuso el equipo en las cercanías del área rival, entiende el juego. Sabe salir de la marca, abre líneas de pases, encuentra espacios vacíos, juega a un toque y por lo general encuentra a alguien de la misma camiseta como destinatario. No es poco.

La última acción de esa etapa inicial fue un encontronazo en el área antes de un córner que terminó con la expulsión de Sánchez Miño y Juan Quintero. Diez contra diez, Independiente encontró algún hueco más en el comienzo del segundo tiempo, y producto de esa circunstancia llegó el 1-0. Un gran cambio de frente de Silvio Romero a Bustos y un centro bajo que remató
Leandro Fernández puso en la chapa un resultado que no ofrecía el juego, y provocó otra alteración brusca del ánimo de la tribuna.

Sin embargo, la ventaja no trajo calma. Pusineri retrasó a Soñora al lateral y el equipo perdió las pocas dosis de fútbol que había ofrecido. Fortaleza siguió desperdiciando ocasiones hasta debajo del arco -Osvaldo y Romarinho fallaron dos insólitas-; y el Rojo también pifió en las suyas.

El final con victoria corta no le cayó mal a ninguno de los dos. Los brasileños se llevaron una derrota apretada y nada imposible de remontar. Independiente le puso un bálsamo a su tumultuosa realidad. La gente se fue repartiendo aplausos y silbidos, insultos y aliento. El electroencefalograma sigue intacto.

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