MENOS DIEZ

Caída y goleada recibió Independiente en Tucumán frente a Atlético que se prende al torneo mientras que el Rojo queda a 10 de la punta.

Algunas supuestas verdades que se sostienen por la misma poética de la frase que las pregonan, terminan sucumbiendo ante la realidad del fútbol moderno que nada tiene que ver con aquel futbol que se jugaba cuando se fundaron esos preceptos.

 

Si la repetición de nombres pudiese asegurar un buen funcionamiento, o hasta al menos una victoria, quizás Independiente hubiese hecho un buen papel en la derrota por goleada que sufrió en Tucumán.

 

Porque para en el análisis del encuentro ante Atlético de Tucumán es obligatorio decir que el local superó en todas las líneas al conjunto de Ariel Holan durante toda la primera etapa.

 

Solo el descollante partido de Meza hizo que el primer tiempo fuera parejo. Generó la primera del partido y se valió de mil recursos para maquillar el mal andamiaje ofensivo del Rojo.

 

Porque Atlético fue dueño de la pelota, de las situaciones y del ritmo de los primeros 45 minutos, donde marcó un gol con mucha fortuna y otro con mucho juego y actitud. Porque arrinconó a Independiente y lo desbordó por todos lados.

 

Sin mucho retroceso de los extremos y sin ninguna contención del mediocampo, sufrió toda la defensa roja, por ambos costados, sin excepción.

 

E Independiente que parecía haber planeado un partido de tenencia, ni siquiera pudo hacerlo de contragolpe. Atlético también presionaba bien arriba con un equipo muy corto.

 

Ya casi para el final de la primera etapa despertó del letargo Benítez y entró en contacto Gaibor con la pelota. Ambos complicaron cuando intentaron, pero sin profundizar las transiciones ya que rápidamente cortaba Atlético con falta.

 

Para el segundo tiempo, Holan decidió mover el centro del campo. Afuera Cerutti para que ingrese Pablo Hernández.

 

El Rojo se paró con otro despliegue en la zona media y comenzó a generar más futbol vertical. Gaibor se liberó un poco más y empezó a flotar desde la espalda de Mercier hacia la derecha.

 

Así fue el empate transitorio, nacido de los pies de Gaibor y culminado por Gilgiotti que continúa de racha.

 

Pero cuando Independiente parecía que podía más, sucedió lo que le ocurre muchas veces. El primero en fallar fue Meza, ni asistió ni definió cuando quedó mano a mano con Luchetti. Primer error en la definición de la jugada que podía sentenciar la remontada. De ese error vino la primera falta para la amonestación de Pablo Hernández.

 

Tuvo otra más con el Puma que tampoco se finalizó y se seguían dilapidando situaciones para liquidarlo.

 

Pero a los 60 minutos vino la falta infantil e inexcusable de Hernández que dejó al equipo con 10, poniéndole fin a los 15 minutos de partido que tuvo a Independiente como dominador.

 

Luego fue todo cuesta arriba, algunos cambios para enderezar la nave, pero nada rutilante. Línea de 3, línea de 5, Atlético se venía y el Rojo esperaba para dar la estocada.

 

Nunca pasó, por el contrario. Dos malas decisiones de Figal y Campaña sentenciaron la historia.

 

A pesar de los imprevistos, el partido de Independiente fue malo. Ante un rival superior a Huracán la propuesta no puede ser la misma. Si bien es rescatable la intención ofensiva, los recursos en ataque que aplicaron al Globo, seguramente nos sean igual de eficaces para Atlético de Tucumán.

 

En el horizonte quedan pocos partidos y menos objetivos, quizás el más importante sea el de sumar la mayor cantidad de puntos posibles.

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