CU HARTOS

El técnico de Independiente, Sebastián Beccacece, dice que el equipo juega mal porque hay un clima enrarecido instalado convenientemente por un sector. Esos agentes externos condicionan a los jugadores y no les permiten llevar a adelante esa idea que tanto trabajan en la semana.

Cuando creíamos que no había nada más vergonzoso que la forma en que Independiente accedió por primera vez a Cuartos de Final de Copa Argentina, el técnico -que es representado por uno de los dos hombres más poderosos del fútbol argentino- se despacha con una teoría conspirativa abriendo las puertas a una discusión que nada tiene que ver con lo futbolístico.

La realidad le pasa por el costado, el equipo le ganó a Defensa y Justicia sin patear al arco, con un gol de chiripa, sin tenencia de pelota, sin generación de juego, sin presión alta. La estafa en la que se convirtió el gran abanderado del cientificismo táctico salió a jugarle a Defensa y Justicia con 5 defensores.

Al mismo tiempo, no hay registro en los últimos 20 años de un entrenador de Independiente que haya intentado cerrar un partido faltando 25 minutos para el final. No una vez, dos veces y ante equipos de actualidades paupérrimas como son Atlético de Tucumán y el Halcón de Varela.

“Tenemos una efectividad el 70 %, las cosas no están tan mal” suelta irónicamente Beccacece, claramente lejos de entender la idiosincrasia del hincha de Independiente.

Es cierto que el club vive un clima enrarecido, en eso tiene razón el DT. La prueba fehaciente de ello fue el final del partido: con la histórica clasificación en la bolsa, el público Rojo inundó de silbidos el campo de juego en reprobación a la forma y en concordancia con su identidad.

En eso también tiene razón Beccacece, los jugadores se vieron condicionados, algunos no sabían si festejar o salir con la cabeza agachada.

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