
Independiente de Avellaneda, con dos goles de Ávalos, se llevó tres puntos importantísimos para ser líder de su zona. San Martín de San Juan dejó una imagen muy pobre y acumuló su sexta derrota en fila. El goleador Guaraní llegó a la cima de la tabla de goleadores.
En el entusiasta Diablo, el dibujo inicial es el 4-3-3 habitual. Con dos cambios (los ingresos del rachero Galdames y Millán) por el lateral Vera y el extremo Tarzia. Así, el chileno Loyola pasó a jugar como lateral por la derecha.
Enfrente, Pipi Romagnoli plantó dos líneas de cuatro que buscaban trabajar bien juntas, con un media punta (Jaurena) y un delantero (Toloza).
De entrada, el colombiano Ángulo fue el más incisivo y el arma de ataque más importante del equipo. En tándem con Millán, el local metía un zurco por el costado izquierdo del ataque. Con juego asociado, apertura de la cancha y mucha voluntad, Independiente era muchísimo para un San Martín de San Juan muy pobre (en doce partidos convirtió solo cuatro goles y está último en todas las tablas.
Aunque más allá de la enjundia, los de Vaccari no pudo traducir en situaciones de peligro hasta cuando el cronómetro superó los diez minutos: Millán no se animó a pegarle y en la duda por definir o ceder para un compañero, Cabral se pasó de largo cuando el juvenil dudaba en la resolución. Así Independiente se perdió una jugada inmejorable para marcar el primero.
Pasada la media hora de juego, la gente comenzó a impacientarse y empezaron a llegar los cantos de intranquilidad y el murmullo porque el gol no aparecía. Así, hasta el árbitro Lamolina la ligó duro porque las cosas no salían como el Diablo quería.
A medida que el tiempo transcurría, aquella saludable intención de Independiente de ser el dueño del encuentro se fue languideciendo. Y las variantes para quebrar el cero a cero imperante, se disipaban. Solo en el enroque de bandas entre los pibes Tarzia y Millán era lo que podía mostrar el elenco dueño de casa.
Ya en el comienzo del segundo tiempo, el equipo dueño de casa salió un poco más calmo y hasta lució con alguna marcha menos. Ante esa imagen, muy distante de aquella de la primera parte, la gente dejó de cantar y solo las quejas se escuchaban en el Ricardo Enrique Bochini. Ante este panorama, Iacobellis estuvo con algunas corrida a su favor como el puntal para buscar algo de parte de los sanjuaninos.
Recién a los doce minutos, una combinación entre Cabral, Angulo y el paraguayo Ávalos culminó con un disparo pobre de parte del Guaraní.
Es por eso que unos minutos después, el DT local mostró una vez más su falta de acierto para un lugar de la cancha clave y metió dos cambios juntos. Vaccari sacó a los dos extremos -Tarzia y Millan- que eligió para este encuentro y así hizo ingresar a los zurdos Montiel e Hidalgo, que fue a la derecha para jugar con el perfil cambiado.
Era tal la apatía que mostraba el Rojo que a los diecinueve minutos fue Marcone el que intentó romper el cerrojo cuyano y se disfrazó de asistidor para buscar al colombiano Angulo, que casi marca.
Y, al menos por sus intenciones, el tanto que concretó el centrodelantero Ávalos fue un tiro para la justicia. Tras un tiro de esquina ejecutado por el chileno Galdames, el paragua metió un cabezazo soberbio que se clavó en el ángulo y despertó a los Diablos que estaban callados y desahuciados.
Instantes después de la ventaja para los locales, Independiente se entusiasmó y Lomónaco casi la mete con una pirueta tras una pelota parada y, minutos después, Ávalos puso a correr a Hidalgo que se lo perdió solo. Y hasta el recién ingresado Montiel no pudo con Borgogno.
A esta altura del cotejo, todo era un monólogo de los jugadores que dirige Vaccari. Y así fue como Galdames le metió un pelotazo tremendo a Ávalos que no falló y marcó el segundo gol del partido para un 2 a 0 lapidario para un pobrísimo San Martín de San Juan. De esta manera, el Guaraní marcó su octavo gol en el campeonato y así alcanzó a Maravilla Martínez en la tabla de goleadores.