Parecía el debut ideal para el dueño de las 7 Libertadores. Pensar en sumar de a tres en condición de visitante en la primera fecha es el comienzo ideal para cualquier equipo. Independiente solo debía hacer un poco de lo que se le vio durante el pasado domingo ante Banfield y pasaría sin sobresalto el partido. Sin embargo, la noche fue la más negra de la era Holan.

Comenzó difícil el panorama para Independiente, sin control del balón en los primeros 10 minutos donde se lo vio perdido y con pocos argumentos futbolísticos. Lara, con poquito, pudo hacerse del control del partido y en una desatención defensiva abrió el marcador para la sorpresa de todos.

Con algo de Benítez, el mejor del Rojo, Independiente intentó sobreponerse al golpe, pero el trámite se le hizo difícil, sin dominar el mediocampo y con poco desequilibrio arriba.

Mientras Holan le pedía a Romero que aguante los pelotazos de los defensores, el equipo se veía largo y lejano del que arroyo el domingo a Banfield.

Para el segundo tiempo Benítez intercambió posiciones con Meza para ayudar a Gaibor a enlazar el juego, pero el ecuatoriano no logro conectarse con el partido. Ya había tenido un cabezazo en el primer tiempo para empatarlo que no logro acertar el cabezazo.

El equipo venezolano se replegó con mucho trabajo colectivo y aguanto las poquitas embestidas del Rojo.

Mas tarde, entre Leandro por Gaibor aunque la incertidumbre seguía estando en la mitad donde estaba la creación. Algo, poquito de Sánchez Miño al final para empujar, pero sin demasiada profundidad y menor precisión.

Independiente perdió ante un rival que supo hacer su juego y aprovecho la primera clara que tuvo. También erró el segundo casi al final de la segunda etapa en otro error en salida.

Mucho crédito tiene este equipo y plantel, sin embargo, es imperioso que se aprenda de este partido que pudo ser la noche más negra de este ciclo.