BARRILETE TÁCTICO

Con el regreso del Diego Maradona entrenador al fútbol argentino y con todos los cuestionamientos que recibe cuando ocupa ese rol, llama la atención cómo se escapan de ese furibundo análisis los técnicos como Sebastián Beccacece. Acogidos por el mundo del fútbol como los iluminados tácticos, nietos de Menotti y Salieris de Guardiola, nunca se pone en duda su elaboración táctica. Ni siquiera cuando se ve a Independiente rifar prestigio ante los ignotos ecuatorianos por la Copa Sudamericana más fácil de la historia, o cuando se lo ve deambulando por el Libertadores de América como testigo de lo que pudo ser una remontada histórica para Lanús.

De todo lo que dijo el rubio entrenador en su llegada sobre la presión alta, sobre el juego colectivo, sobre la tenencia, sobre el protagonismo, nada de eso se ve en estos tres meses como DT de Independiente. Para peor, se ve todo lo contrario.

Porque el pésimo partido ante Lanús fue la reducción de todo lo que la era Beccacece ha sido hasta el momento en el club. Un equipo al que el partido le sucede, lo sorprende, lo supera, lo moldea, lo trata mal, lo desordena, le arruina los planes, lo acontece.

Claramente el entrenador prepara un partido que nunca logra plasmar, porque a veces hay altura, a veces hay un equipo adelante, a veces expulsan a uno del rival o veces vas ganando sin merecerlo y, casi porque no le queda otra, el equipo debe romper el libreto y recurrir al amor propio.

Porque el ingreso de Nicolás Domingo, en la segunda etapa, solo se explica a partir dos situaciones del primer tiempo:

  • Independiente ganaba sin merecerlo, por haber marcado en la única que generó.
  • Lanús fue dueño del juego y del mediocampo, sin ser del todo profundo.

En la poética del carácter ofensivo, Beccacece dice que Sánchez Miño le iba a dar algo que, en efecto, Gastón Silva ya le había dado. Jamás asumirá que fue un cambio conservador, un cambio bilardista.

Y cuando se improvisa, en general, las probabilidades de que todo salga mal son altas. Lo vimos en Ecuador dos veces, lo vimos ante Defensa y Justicia para defender un gol de chiripa, lo vimos ante Estudiantes, ante Patronato en Santa Fe y hoy ante Lanús.

Este Independiente es un equipo previsible, aburrido y estructurado. Lejos de lo lindo del futbol, sin vocación de protagonismo ni dominio territorial. Un equipo que vive para reaccionar y no para imponer su juego. Un equipo grande que sostiene un barrilete táctico.

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